miercuri, 9 aprilie 2014

Entre tú y yo jamás ha habido... (Fabio Morábita)

Entre tú y yo jamás ha habido
un círculo, aunque sea tenue, de plata
o de oro, una mínima
presión en uno de tus dedos
que le recuerde a tu circulación
que existo. Hay quienes no conciben
que dos se quieran
sin un anillo de por medio.
Confían que no perdura amor
si no lo alumbra un aro.
Los tuyos, con sus historias turbias, me intimidan.
¿Dónde cabría mi anillo en una mano tan completa?
¿Qué añadiría su brillo a tanto imperio?
Mejor dejarte con tus sortijas
entre las cuales
la mía sería una intrusa
y si alguien cree que apenas nos queremos
al ver que nada mío amordaza tus huidas,
que falta el lazo que declare nuestro vínculo,
la argolla que sujeta el barco
y nuestras manos siguen vírgenes, casi ajenas,
mostrémosle, en vez de anillos, las heridas
que desde hace tanto nos hicimos,
las cicatrices que no brillan
porque su resplandor es de otra índole.

luni, 7 aprilie 2014

Los árboles que poblarán el Ártico (Antonio Deltoro)

Me suenan a milagro,
pero en estos cantos
anida otra catástrofe.

¿Qué hacen sil­bando ahí?

Vienen de abajo,
en direc­ción contraria
a las barrancas;

¿conquistando la cima?

Su aparición
parece buena señal
para la piel friolenta
y los frutales,
pero algo me dice
que son malas noticias.

Los pájaros de voz más grave
volarán hacia el norte
desplazando, a su vez, cantos nativos.

Los seguirán los árboles
que poblarán el Ártico.

vineri, 4 aprilie 2014

Derrumbarse no es Acto de un instante... (Emily Dickinson)

Derrumbarse no es Acto de un instante
Una pausa fundamental
Los procesos de Dilapidación
Son Decadencias organizadas.


Primero es una Telaraña en el Alma
Una Cutícula de Polvo
Una Carcoma en el Eje
Una Herrumbre Elemental – 


La Ruina es formal – el trabajo del Diablo
Consecutivo y lento –
Ningún hombre falló en un instante
Escapar – es la ley del Choque.


marți, 1 aprilie 2014

Soneto con sed (José Ángel Buesa)

Leyendo un libro, un día, de repente,
hallé un ejemplo de melancolía:
Un hombre que callaba y sonreía,
muriéndose de sed junto a una fuente.

Puede ser que, mirando la corriente,
su sed fuera más triste todavía;
aunque acaso aquel hombre no bebía
por no enturbiar el agua transparente.

Y no sé más. No sé si fue un castigo,
y no recuerdo su final tampoco
aunque quizás lo aprenderé contigo;

yo, enamorado, soñador loco,
que me muero de sed y no lo digo,
que estoy junto a la fuente y no la toco.