Habiéndose pedido a la Autora porfiadamente de palabra y por escrito hiciese una definición moral del hombre, satisfizo la curiosidad de los que la importunaban sobre este particular, en el siguiente soneto:
Es el hombre, entre todos los vivientes,
el que mayor malignidad alcanza,
excediendo en fiereza y en venganza,
a los Tigres, Leones y Serpientes:
son sus torpes deseos más impacientes:
de él la simulación y la mudanza,
la traición, el engaño, la asechanza,
que no se halla en las fieras más rugientes:
de él la loca ambición con que quisiera
vejar y avasallar a sus antojos
todos sus semejantes, si pudiera:
éste es el hombre: mira sin enojos,
si es que puedes, mortal, tanta quimera,
y para tu gobierno abre los ojos.
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