Voy al mar
para oír esa voz
entre el golpe de una ola
y otra
pero no hay voz
sino solo la senil locuacidad del agua
la salobre nada
el ala de un ave blanca
adherida a la piedra
voy al bosque
donde perdura el ininterrumpido
murmullo de una inmensa clepsidra
que vierte las hojas en el humus
el humus en las hojas
las poderosas mandíbulas de los insectos
devoran el silencio de la tierra
voy al campo
láminas verdes y amarillas
fijadas con alfileres de insectiles seres
resuenan con cada roce del viento
dónde está esa voz
debería hacerse oír
cuando por un momento calle
el infatigable monólogo de la tierra
nada solo murmullos
aplausos explosiones
regreso a casa
y mi experiencia adopta
la forma de un dilema
o es mudo el mundo
o yo soy sordo
tal vez
los dos
portemos el estigma de la mutilación
debemos pues
cogernos de la mano
seguir hacia delante
hacia nuevos horizontes
hacia esas gargantas contraídas
desde donde emana
el incomprensible gorgoteo
Versión de Xaverio Ballester
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