Que se levanten los muertos.
Ya que los vivos no parecen estarlo
que se levanten los muertos.
Pero no sólo a quiénes descerrajaron un tiro.
No sólo a los que fusilaron ante un pelotón.
No sólo quiénes murieron luchando
por lo que creían o por lo que tocaban
en la guerra que los otros inventaron.
No sólo a los que mataron en las cárceles.
No sólo esos.
No.
Sino también
que se levanten también aquellos
a los que mataron la vida,
sobre todo aquellas a las que robaron
la ilusión y la esperanza,
a las que robaron la posibilidad
sólo atisbada
de ser ellas.
Que se levanten aquellos
aquellos muertos
que dejaron de enseñar,
que dejaron de vivir,
aquellos muertos que volvieron a estar casados
con hombres o mujeres
con los que no querían;
aquellos hombres a los que les quitaron
el pan, el sueño y la palabra.
Que se levanten todos.
Que se levanten todos
y por fin sin paciencia y con ira
les crucen la cara
en un gesto de duelo,
de duelo por sí,
de duelo por nosotros,
por sus hijos e hijas y nietos y nietas;
que les crucen la cara
a éstos
que nunca dejaron de estar levantados;
a éstos
que no sólo ganaron las armas
sino que además de robarnos la historia
quieren volver a quitarnos el futuro.
Que se levanten los muertos.
Que se levanten los muertos
porque vivos y vivas
parecen estar
debajo de un montón de paletadas
de tierra
de tierra yerma.
Que se levanten los muertos,
que los arrinconen y les recuerden
ellos ya muertos
sin nada que perder
sin nada que ganar
a los hijos y las hijas y los nietos y las nietas de esos otros
cuál es el espacio en que debieran estar
ellos que nacieron muertos.
Ya que los vivos no parecen estarlo
que se levanten los muertos.
Pero no sólo a quiénes descerrajaron un tiro.
No sólo a los que fusilaron ante un pelotón.
No sólo quiénes murieron luchando
por lo que creían o por lo que tocaban
en la guerra que los otros inventaron.
No sólo a los que mataron en las cárceles.
No sólo esos.
No.
Sino también
que se levanten también aquellos
a los que mataron la vida,
sobre todo aquellas a las que robaron
la ilusión y la esperanza,
a las que robaron la posibilidad
sólo atisbada
de ser ellas.
Que se levanten aquellos
aquellos muertos
que dejaron de enseñar,
que dejaron de vivir,
aquellos muertos que volvieron a estar casados
con hombres o mujeres
con los que no querían;
aquellos hombres a los que les quitaron
el pan, el sueño y la palabra.
Que se levanten todos.
Que se levanten todos
y por fin sin paciencia y con ira
les crucen la cara
en un gesto de duelo,
de duelo por sí,
de duelo por nosotros,
por sus hijos e hijas y nietos y nietas;
que les crucen la cara
a éstos
que nunca dejaron de estar levantados;
a éstos
que no sólo ganaron las armas
sino que además de robarnos la historia
quieren volver a quitarnos el futuro.
Que se levanten los muertos.
Que se levanten los muertos
porque vivos y vivas
parecen estar
debajo de un montón de paletadas
de tierra
de tierra yerma.
Que se levanten los muertos,
que los arrinconen y les recuerden
ellos ya muertos
sin nada que perder
sin nada que ganar
a los hijos y las hijas y los nietos y las nietas de esos otros
cuál es el espacio en que debieran estar
ellos que nacieron muertos.
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