miercuri, 2 martie 2011

Un poema por Tahrir, por Egipto (Nancy Messieh)


esa plaza pública
con nombre de destino e historia
como sabiendo lo que iba a venir
firmes nos quedamos
diciendo, no nos moverán
pintamos poemas en el duro asfalto
reblandecido, empapado de la sangre nuestra

y el mundo miraba.

El mundo miraba mientras nos llamaban
traidores
y en las pantallas de los televisores
de los hogares, cerradas las puertas no fuera
a entrar a la verdad,
los hombres escupían a las cámaras desprecio
y las mujeres chillaban por teléfono
ojos y corazones llenos de rabia
incapaces de entender
que Tahrir era suya, para ellos,
mientras los ojos del gobierno mostraban sólo lo que querían
que viéramos
el sol poniente sobre el Nilo

y todo lo que hacía falta era girar lo mínimo la cabeza a la izquierda
por el rabillo del ojo un vistazo
mostrando la neblina del sol del Cairo entre los gases lacrimógenos,
los hombres a la carga por las calles con sus cuerpos solo
topando con los camiones de policía que los atropellaban.

Los diarios hablaban de disturbios por todo el Mediterráneo
pretendiendo que ese día que había
comenzado en El Cairo
era igual a otro cualquiera.

Pero algo había empezado.

Hombres y mujeres estremecían la tierra
con sus voces.

De norte a sur
caían cuerpos al suelo, dejaban de latir los corazones
pero en Tahrir por ellos mantuvimos alta la cabeza
saliendo de los muros por los que, toda nuestra vida,
caminamos pegados, ocultos en la sombra
de la conformidad y el miedo

abrimos al asesinato nuestros pechos,
abrimos a las piedras nuestros rostros, a las balas nuestros ojos,
nuestras mentes a los molotov que a la cabeza nos lanzaban

y dijimos

no tenemos miedo

porque el miedo a vivir con la cara enterrada
en el suelo de una tierra que no puede ya sentir
era nada, nada comparado con el miedo a morir
sin haber dicho ni una vez

soy libre.


Nancy Messieh, fotógrafa y poeta egipcia residente en El Cairo, es autora del libro de poemas en inglés Photographs Never Taken.


Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón


Tomado de la Revista Sin Permiso

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