Los años entran como animales del espacio
Exterior del acebo donde las espinas
No son los pensamientos que yo activo, como un yogui,
Sino el verdor, la oscuridad tan pura
Que ellos hielan y son.
Oh, Dios, yo no soy tú
En tu vacua negrura
Perforada de estrellas: brillante y estúpido confeti.
La eternidad me aburre,
Jamás la deseé.
Lo que me gusta es
El pistón funcionando:
Mi alma desfallece ante él.
Y los cascos de los caballos,
Su despiadado batir.
En cambio tú, gran Estasis...
¿Qué hay de grande en eso?
¿Es un tigre este año, este rugido en la puerta?
¿O es un Cristo,
Con su espantosa
Pizca de Dios en él,
Muriéndose por volar y acabar con eso?
Los coralillos son siempre ellos mismos, en su quietud.
Los cascos, en cambio, jamás lo conseguirán.
En la infinidad azul, sisean los pistones.
16 de noviembre de 1962
Un comentariu:
"Muriéndose por volar y acabar con eso..." Ayer mismo estuve leyendo este poema. Y me sentí un poco como ese cristo sin dios y sin pistón alguno rompiendo el silencio. Qué tristeza.
Un beso.
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