Defenderé tu rostro
y tu nombre
de los años que se amontonan
como piedras rotas.
Defenderé tu voz,
tus palabras,
de estos largos silencios
que pesan
sobre mis labios.
Defenderé tu luz
de esta sombra!
Algo en mi sangre espera todavía.
Algo en mi sangre en que tu voz aún suena.
Pero no. Inútilmente yo te llamo.
Aquella voz que te llamaba es ésta.
Ven hacia mí. Mis brazos crecen, huyen
donde los tuyos la mañana aquella.
Ven hacia mí. La tierra toda oscila,
se mueve, cruje. Vístete. Despierta.
Oh, qué encendida el alma
en su secreto puro, si vinieras.
Sin esperanza, entre la luz del día,
mi voz te llama.
El eco. La respuesta.
El cuello femenino tieneuna entrada sin salidadonde se mide la tierra.Mueve el dónde, el cómo, el quéde recuerdos que copia el aliento.¿Está el cielo imperfecto ahí?¿Estás ahí, amor, cerca?¿Y qué es lo real cuandoel significado del dolores un dolor más? Cuerpo ciegodel mundo, oh mundo, quemezcla sueñostirados en la calle dondesentir es un delito cuandopasa la noche sinnosotros dos.
Ojalá que los dioses
me abandonaran. Todos.
Despertarme, de pronto,
desprovista de mapas,
limpia de certidumbres
añosas, despojada
de falacias y fábulas,
desnuda de pronombres
y atuendos de palabras
-sobre todo.--------------- Ojalá
que los dioses, corteses,
todos me abandonaran.
Acasoese golpe final-yo ya caído-no fue otro acto de crueldad,sino una pruebade la piedad que decían no tenerme.
Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos esperarnos estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.